En el año 2001, y después de participar incluso en los Juegos Olímpicos de Sydney, Ronaldinho lleva acumuladas a sus espaldas temporadas de triunfos en el fútbol de su país y decide dejar Brasil para dar un salto internacional e integrarse en un equipo europeo. Diversos clubs optan a ficharlo hasta que se decide por el prestigioso Paris Saint Germain, un clásico de la liga francesa.
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Ronaldinho con Paris Saint Germain |
En el PSG Ronaldinho se curtió como futbolista y como persona. Siempre respaldado por su familia, siempre exhibiendo su imborrable sonrisa, deleitó con sus regates imposibles a la parroquia parisina y sedujo tanto al seleccionador brasileño que dejó a Romario en la playa para llevárselo a él al Mundial de Corea y Japón de 2002. Y el Gaucho no defraudó. Su técnica y su velocidad cruzaron todas las fronteras. Brasil fue pentacampeona y Ronaldinho dejó para el recuerdo otro gol antológico ante Inglaterra.
Pero de vuelta a Europa sus relaciones con el entrenador parisino, Luis Frenández, se deterioraron hasta romperse. Y en verano del 2003 Ronaldinho fue puesto en el mercado. Tres pesos pesados, Manchester, Barça y Real Madrid, entraron en la puja. Al final Laporta y los suyos fueron más hábiles y se lo llevaron al Camp Nou. Ronaldinho se convertía así en la estrella mediática prometida por el nuevo presidente. Un futbolista diferente que disfruta en la cancha como disfruta fuera bailando samba. Un delantero imprevisible que inventa, pasa, golea... sin perder nunca la sonrisa.s
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